Ciclistas
El antes y después para Alaphilippe
Qué bonito luce el corazón de Francia en esta época. Es una tierra maltratada por el invierno, con arboleda desprovista de hojarasca, troncos desnudos y viñedos abrasados por el frío pero con la luz propia de la primavera: una luz que no calienta, pero como que ilumina más, prolonga el verde del follaje e inunda de color la estampa.
La crono que tenía mucho de llano y una exigente subida al final ha sido ese compendio que describimos en escasos doce kilómetros. Una crono preciosa, carrera estrecha, charcos y barro en las cunetas, buen gentío en un día de diario y excelentes ciclistas en liza. Qué envidia nos da la cultura ciclista francesa.
Pero atención porque podemos estar en el cambio de pie de Julian Alaphilippe, un corredor que lleva tiempo llamando a la puerta, casi siempre se le cruzaba Valverde en el camino, y ahora toma el mando. La prueba para este corredor es mayúscula. El año pasado vimos en él la diferencia qe hay entre el Tour y el resto. Alaphilippe delante y fuerte en muchas carreras (Ardenas, California,…), sufre muchísimo en el Tour, una carrera es otra historia.
Para muchos Niza es el paso intermedio que marca el camino hacia la hermana mayor. Quienes han ganado el Tour han tenido que graduarse aquí, o en carreras similares, y la crono de Alaphilippe es un bautismo de fuego. Viste un amarillo que no le será sencillo defender, pero sin duda es una de esas píldoras que tuercen trayectorias.
No lo tendrá, como decimos fácil Alaphilippe, porque entre otros Alberto Contador nunca se pone un dorsal para bajar los brazos. Ya sabéis que con el madrileño acostumbramos a ser críticos, tendremos o no razón, pero verle darlo todo en la subida final por una carrera en la que ya conoce las mieles, es admirable, sinceramente, así lo pensamos. El año pasado se quedó a las puertas de la victoria, esta vez ha tenido dos etapas complicadísimas que le llevan más allá de minuto y medio en la general, pero en ningún momento le ha perdido la cara a la carrera. La vida y sus ciclos, cuantos veteranos fueron derrotados por Contador, joven prodigio, vestido de blanco. Hoy le ha tocado a él.
Una carrera que tiene un segundo bucle apasionante, ya en ruta hacia la costa. Sinceramente esperábamos algo más de Sergio Henao, cuyo derrape en una curva replicó la desintegración de la rueda delantera de Gianni Moscon en la Tirreno. Cosas raras pasan en el Sky.
Sea como fuere que no se relaje Henao, porque tenía la carrera muy a su favor y ahora no está nada claro. Y conviene no relajarse porque está en un equipo donde las oportunidades son escasas, casi tanto como en Movistar, donde Gorka Izagirre ha aprovechado el vacío de poder, con Valverde enfermo y Nairo en Italia, para dar el salto al frente que dio su hermano hace un año. Cuánta calidad en esa familia y cuánto nos queda por ver en una París-Niza que sólo tendría que vestir de blanco a su líder para ser perfecta.
Imagen tomada de FB de París-Niza
Ciclistas
Juan Ayuso necesita un año entero y limpio
No pisar el podio de la Vuelta no es una mala noticia para Juan Ayuso
Volver al podio de Madrid para recoger el maillot blanco de mejor joven era un objetivo que Juan Ayuso veía más o menos factible.
De hecho creo que, salvo Remco Evenepoel, era el gran favorito a vestir una prenda que en el ciclismo actual no tiene el valor de hace no tanto tiempo, cuando los jóvenes llevaban una programación más calmada y su progresión se fijaba más a largo plazo.
Si los cambios que ha vivido el ciclismo se podrían resumir en esa prenda y su valor.
Para Juan Ayuso el objetivo era volver al podio de Madrid, un año después de estar en él, tras debutar en una gran vuelta.
Conociendo su ambición y sabedor de lo claras que tiene las cosas, me cuesta creer que el ciclista esté contento con esa cuarta plaza, más cuando tampoco estuvo nunca en disposición de ganar una etapa, otro objetivo que se marcó a fuego.
Lo dijo varias veces, incluso dando a entender que podía sacrificar la plaza en la general por levantar los brazos en meta.
No le fue posible…
Y es aquí donde quiero ir con Juan Ayuso, que ha demostrado que incluso en este ciclismo de prodigios las cosas no son sencillas para los jóvenes, que esto no es llegar y besar el santo, más bien todo lo contrario.
Los que llegan tan rápido a la elite no siempre lo tienen tan sencillo y Juan lo ha demostrado en la Vuelta.
Ha estado delante siempre, la ambición la tenía, el equipo no tanto –la forma de hacer de Almeida es muy difícil de entender– y la forma era la mejor en sus circunstancias, pero ahora mismo el Jumbo está en otro nivel, incluso para los todopoderosos del UAE.
Juan Ayuso nunca amenazó el podio de los neerlandeses y acabó entre el cansancio extremo de Enric Mas y el hastío final de Mikel Landa ante tal dominio.
A ello se le añade ese catarro que mencionó en alguna ocasión y la sensación que no ha hecho limpio de aquella lesión de principios de año.
La suma de todo ha pesado en un ciclista cuyo techo creo que sigue estando lejos, a pesar de algunos comentarios, pues tiene 21 años y en lo poco que ha podido competir ya ha logrado cuatro victorias y de ellas, tres en el World Tour.
Imagen: UNIPUBLIC / SPRINT CYCLING AGENCY
Mathieu Van der Poel
Van der Poel hijo en 5 esenciales
Ahora mismo no le veo límites al palmarés de Mathieu Van der Poel
No sé si es que el año le ha resultado muy intenso o que Mathieu Van der Poel ha querido pasar página rápido, pero su maillot irisado ha sido visto y no visto.
Unas cuantas carreras y cierre de Van der Poel en una París-Tours que merece a los mejores
Habrá que esperar a la próxima primavera para disfrutar a tope el buzo más especial del pelotón con más asiduidad en las espaldas de uno de los corredores con más flow del pelotón, un tipo que no deja indiferencia, despierta pasiones y genera afición como pocos.
Desde que diera el salto a la carretera, Mathieu Van der Poel ha demostrado una evolución tan brutal que nos cuesta reconocer en este campeón aquel mozalbete nieto de Poulidor recién venido del ciclocross, aunque con bagaje ya en carretera.
Con esta premisa, queremos dejar cinco básicos para entender y querer a Mathieu Van der Poel.
Una evolución tangible,…
Ver a Van der Poel «campeonar» en Glasgow y ponerlo negro sobre blanco con el que reventó en Yorkshire, cuatro años antes, es como degustar dos ciclistas diferentes.
El de entonces, un auténtico temerario, que se echaba las fugas a la espada y las arrastraba hasta caer destrozado.
El de este verano, un ciclista certero, con un golpe, sólo uno pero demoledor y suficiente para ser campeón del mundo.
Un cambio de ritmo brutal
Ahí reside la gran fuerza del neerlandés.
Cuando acciona el mecanismo de destrucción se acabó el plan para los demás, abre un pequeño hueco rápido y lo van ensanchando de forma paulatina e irremisibe hasta que decanta la carrera.
Lo vimos en San Remo, en Roubaix y en el Mundial, un tridente que habla del salto de calidad que le ha implicado el año que acaba.
Registros muy marcados
Si una cosa tiene el nene es que su programa se va concentrando y se centra en aquello que sabe le va a resultar.
Salió de la zona de confort del ciclocross para crecer en su entorno natural, las clásica, y en ello está.
Tiene claro el objetivo y se centra en él, todo lo demás que venga perfecto, como etapas o el amarillo del Tour, pero él la historia la escribe en sus terrenos.
Sólo se tuerce del renglón con el BTT, que no le sonríe, pero no creo que ceje en el empeño con unos JJOO en el horizonte.
Techo sin adivinar
Una vez abierto el melón de los monumentos, nos queda saber cuántos será capaz de coleccionar.
En clara competencia con Pogacar, que le ha pisado el césped en Flandes, ahora mismo cuelgan cuatro de su palmarés, pero a ritmo que va mira de tú a tú leyendas no tan lejanas como Boonen y Cancellara.
Si sigue con este registro anotador puede acabar entre los mejores de todos los tiempos en la materia.
¿Un día? El mundial mismo
Este Campeonato del Mundo escocés ha sido el culmen, la cuadratura del círculo para Mathieu Van der Poel.
Con presencias más contenidas y bien calibradas, su actuación en Glasgow ha sido sencillamente abrumadora, tanto como el cambio de ritmo que exhibió y la forma con la que se repuso de la caída posterior.
El coco ya viste de arcoíris, ¿qué será lo siguiente?
Por de pronto seguro que nos amenizará algunas sobremesas de Navidad y fechas aledañas.
Ciclistas
El año de Pogacar, pendiente de Lombardía
Un triplete en Lombardía sería un gran calmante para la sed de Pogacar
Veremos, una vez la temporada eche el telón el Lombardía, cuál ha sido el año global de Tadej Pogacar, aunque por el momento para el esloveno sobrevuela una sensación llamada beneficio de la duda.
Al igual que el año pasado, cuando entró al trapo con los Jumbo, lo que significó su perdición, en éste para Tadej Pogacar hay un antes y un después de su fractura de muñeca.
No sé de hecho, si os fijasteis en el descenso del Tourmalet, en este Tour, cuando hizo unos cuantos gestos como si se le durmiera la mano lesionada, demostrando que en cierto modo le molestaban los restos de la lesión.
Cuánto habrá influido la fractura y recuperación, el sabrá, pero que algo le ha podido mermar, creo que es un hecho.
Con ese beneficio de la duda, echamos de menos a Pogacar levantar los brazos y esperamos verle de nuevo on fire en el fin de sesión de Italia y en especial en Lombardía.
Ojo que si gana por tercera vez se pone al nivel de Girardengo, Belloni, Bartali, Kelly y el principito veronés, Damiano Cunego, quien hizo de las hojas muertas su fortín.
Su final de año lleva otras citas importantes, además, como la revancha con Enric Mas en Emilia y la defensa de la corona en Tres Valles Varesinos.
Con todo el año de Tadej Pogacar volverá a ser muy potente, aunque aquella primavera nos quede lejos.
Recordad que hubo unos días entre marzo y abril que el sol salía y se ponía con él, que ganó todo lo que compitió y sólo quedó fuera del podio en la Milán-San Remo que ya había condicionado con sus ataques en el Poggio.
Ese fenómeno esperamos volverlo a ver este final de curso, pero sobretodo en la primavera de 2024.
Porque más allá de la suerte del Tour, carrera a la que tendrá que dedicar más codos en lo sucesivo, como le recuerda si rival danés, Pogacar se ha hecho una marca en torno a toda carrera que compite, sea la Clásica de Jaén o el Giro de Lombaría.
Su sed es infinita y sigue siendo joven, hizo 25 el jueves.
Veremos, por eso, una duda que nos asalta con esta generación sobre si ya hemos visto lo mejor que pueden dar de sí o si les queda por mejorar…
Ciclistas
Jonas Vingegaard no se ha comido un niño
Me sorprende que Jonas Vingegaard caiga tan mal a tanta gente
Una cosa no ha tenido que aguantar Jonas Vingegaard que le ha tocado sufrir a Chris Froome y es la acusación en masa de dopaje que muchas veces le ha llegado desde la cuneta.
Eso al danés aún no le ha pasado, y digo aún, porque me consta que las preguntas de la rueda de prensa que siguió a su crono del Tour fueron muchas por ese camino.
Dicho esto, con las tres grandes celebradas y el danés con su familia, lo único que le importa de veras, yo creo, de vacaciones, me sorprende tanta animadversión hacia su persona en diferentes formatos.
Primero, antes del Tour, cuando todos vaticinaban que Tadej Pogacar lo iba a sacar de la carretera, que le iba a propiciar un «París-Niza» en pleno mes de julio.
El Tour fue quemando etapas, y ese Jumbo que respondía más tarde, pero que siempre respondía y estaba ahí, le acabó ganando la partida al esloveno, de una forma contundente además.
Luego han estado los diferentes capítulos en los que se le ha visto, manejar la carrera a su antojo cuando el clima no era el más adecuado.
Lo hizo en O Gran Camiño y también en la Vuelta, en gestos que no me gustan pero que han sido la constante en la historia de este deporte, más cuando eres el vigente ganador del Tour de Francia, un apunte que te da ese estatus moral que todos respetan y siguen.
También estuvieron ese par de momentos de la Vuelta en los que, tras salir vivo de una primera semana dubitativa, en los que amenazó de forma real el liderato del preferido del pueblo.
Y no fue cualquier cosa, que en el Angliru se puso a ocho segundos del americano.
Imaginaros que Kuss da un mal paso en el coloso astur y Jonas Vingegaard se pone de líder, tras tener aplacado a Primoz Roglic durante gran parte de la carrera.
Puedo entender que la casuística empuje a cierta antipatía por Vingegaard, pero no para leer cosas que he visto, como que es lo peor que le ha pasado al ciclismo en mucho tiempo.
Sinceramente, han habido cosas mucho peores.
Jonas Vingegaard es un campeón mayúsculo, fichado cuando ya tenia otro empleo, hecho paso a paso, aprendiendo en el mejor equipo, sacando la cabeza entre una competencia terrible y ganador ante Tadej Pogacar de los dos últimos Tours, siendo el esloveno el ciclista que viene a marcar una época, que de hecho la está marcando.
Ese es Vingegaard, con una cantidad abrumadora de victorias el mismo año, con carreras como Itzulia, Dauphiné y Tour, sin olvidar su estreno en O´Gran Camiño.
Su método y pasión por este deporte le ha hecho voltear dos situaciones muy complicadas con Pogacar y ganarle en la mejor carrera.
Nos podrá parecer más o menos simpático que el esloveno o que el propio Kuss o Roglic, pero es ahora mismo el ciclista más importante del pelotón y sólo saber lo que ha tenido que currar para esto merece todo nuestro respeto.
Imagen: UNIPUBLIC / SPRINT CYCLING AGENCY
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