Ciclismo antiguo
Henri Desgrange, la primera personalidad de la historia del ciclismo
De tanto en cuando nos tomamos la costumbre de ir introduciendo en estas páginas de El Cuaderno de Joan Seguidor algún evento de carácter histórico de los miles, casi infinidad, que han emanado y emanan de esta sugestiva prueba de alta repercusión deportiva y mundial como es el Tour de Francia, una competición ciclista en la que siempre hemos estado vinculados por razones periodísticas.
Preámbulo
No podemos por menos que glosar a este hombre que fue todo carácter llamado Henri Desgrange (1865-1940), el verdadero precursor, artífice y fundador del Tour, cuando desempeñaba el cargo de redactor en jefe y director del periódico deportivo asociado “L´Auto-Vélo” tutelado a su vez también en aquellos tiempos por Víctor Goddet, otro impulsor y colaborador de la obra, padre de Jacques, que precisamente desempeñaría años más tarde el cargo de patrón de la prueba, concretamente en el periodo comprendido entre los años 1929 y 1988, marcando, dicho sea de paso, una trayectoria a todas luces magistral.
Se dio la circunstancia de que la unión de aquellos dos rotativos se realizó con el objetivo de evitar una competencia mutua que debilitaría a ambas entidades en su poder individual. Un contraste que distinguía a estas dos publicaciones era que “L´Auto” ilustraba sus páginas bajo una tonalidad más bien amarillenta, mientras que el rotativo “Velo” sus hojas se identificaban por su color verde pálido.
Monsieur Henri Desgrange, el fundador del Tour
Henri Desgrange, licenciado aventajado en la carrera de derecho, tuvo la idea de crear e instaurar el Tour de Francia a principios del siglo pasado, culminando en el año 1903, cuando su publicación se independizó pasando a denominarse “L´Auto”. Influyó en el proyecto otro colega, un tal Géo Lefèvre, encargado de la sección de ciclismo del mismo rotativo y no menos entusiasta del deporte de las dos ruedas. No pasa de ser curiosidad el de que expongamos que los responsables de todo aquello, casi un sueño imposible, acostumbraban a reunirse para almorzar en un restaurante apodado “Madrid” ¡qué coincidencia! situado en un barrio parisino no lejos de la redacción del aludido periódico.
El objetivo radicaba en renovarse con nuevas ideas que pudieran entusiasmar en más a los lectores. Por un lado, estaba el periódico en sí, y, por el otro, la prueba por etapas en perspectiva. De esta amalgama se intentaría sacar un beneficio común. Primero sería el acontecimiento ciclista propiamente dicho con sus noticias de etapa a diario, y otra, una segunda razón, sería renovar de arriba a abajo la publicación, introduciendo los anuncios de rigor y demás, lo cual en consecuencia permitiría una promoción más eficaz del rotativo en cuestión y unas ganancias económicas que se necesitaban a toda costa.
En aquel mes de julio de 1903
Aun enfrentándose con muchos inconvenientes, la verdad cierta es que el Tour, esperado Tour, se puso en marcha el primero de julio del año 1903, concluyendo el día 19 del mismo mes tras circular la caravana multicolor ciclista por gran parte de las tierras de Francia, cosa que se hizo tomando como base un itinerario desglosado en seis etapas. Se recorrió, cuesta decirlo, la friolera de un total de 2.428 kilómetros, lo cual representaba una media diaria de unos 400 kilómetros, una verdadera y contrastada temeridad.
Se decidió insertar entre etapa y etapa un par de días de descanso para reponer fuerzas y facilitar al mismo tiempo la recuperación física de los corredores. Se supo que salieron de París sesenta intrépidos y valientes ciclistas. Pero lo cierto fue que en su colofón final terminaron tan sólo la contienda veintiún supervivientes, si es que se les pudiera llamar así. Aquel desafío deportivo no perdonó a los animosos y sacrificados concurrentes.
Henri Desgrange, un hombre ambicioso bajo todos los conceptos, antes de poner en marcha tan colosal aventura, se preocupó a conciencia de examinar el itinerario colocando en partes estratégicas los controles de rigor para aquilatar el seguimiento de los mencionados atletas del pedal.
Para solventar toda aquella complicada situación se valió de un animoso ciclista italiano, Rodolfo Muller, a pesar de su apellido que parecía más alemán que otra cosa, el cual se puso a su entera disposición y a sus órdenes, pedaleando durante más de un mes montado sobre una vetusta y pesada bicicleta, provista de un endeble sillín y sostenida por las dos ruedas clásicas. Cubrió un montón de kilómetros; casi otro Tour. Inspeccionó pacientemente el trazado, realizando ciertos cambios que facilitarían luego el mejor desarrollo de la prueba en cuestión.
El francés Garin: De deshollinador a vencedor del Tour
El primer Tour de Francia se inició, tal como hemos consignado con anterioridad, el primero de julio de 1903, con un conglomerado de sesenta participantes. Partieron todos ellos del Café Au Réveil-Martin en el barrio de Montgeron, situado en las afueras de la capital francesa, concretamente en la zona sur. Algunos ciclistas tomaron la decisión de correr desapercibidos a las gentes bajo un simple seudónimo, pues se consideraba aquel deporte no dejaba de ser un oficio de escasa monta o de bajo calado. El primer ganador, todos los sabemos, fue Maurice Garin, que inauguró la larga historia del Tour.
Nunca está de más al concluir este escrito mencionando que Henri Desgrange, era un ser sumamente activo e inquieto. Dirigió con fehaciente autoridad la gestión requerida por los velódromos de Burdeos y de París. Este último se denominaría en un próximo futuro Parque de los Príncipes, emplazado en la zona conocida del barrio Boulogne-sur-Seine, famoso por haber sido sede durante varios años como final del Tour de Francia.
Desgrange destacó en su juventud por sus gestas ciclistas
No podemos pasar por alto lo que representó Henri Desgrange en su juventud, en la cual sobresalió como ciclista, especialmente en la modalidad de pista. Su nombre alcanzó una dilatada popularidad al establecer el primer récord del mundo de la hora en pista cubierta, recorriendo la distancia de treinta y cinco kilómetros 325 metros en el velódromo de Búfalo, emplazado en el barrio apelado Neuilly, situado en la región parisina de los alrededores. Fue una gesta, una marca histórica, si se tiene en cuenta tal como corrían los ciclistas en aquellos tiempos; sin apenas preparación y con bicicletas acusadamente pesadas. Aquella hazaña tuvo lugar el 11 de mayo de 1893, en París, en la capital que le vio nacer, tal como hemos apuntado.
Mis antecedentes
Hacemos un inciso final para ensalzar la figura del mencionado más arriba Jacques Goddet, una persona de gran calidad humana que poseía una capacidad desenvuelta para desarrollar adecuadamente la problemática que suponía el ejercer un alto cargo de responsabilidad. Fue un digno sucesor de Henri Desgrange. Tuve la feliz oportunidad de conocerle personalmente, y lo singularizo en este apartado, asimilando de cerca sus inquietudes y valorando sus juicios que consideré siempre ponderados. Fue, además, un desenvuelto maestro de la pluma.
Al redactar estas líneas, no puedo por menos que plasmar un fiel recuerdo de homenaje hacia él, que me orientó en muchas cosas relacionadas con el ciclismo. De cuando, no pocas veces, tuve la oportunidad de compartir las incidencias del Tour de Francia como seguidor de la ronda gala. No había yo cumplido siquiera los veinte años de edad. Goddet poseía una personalidad, por lo general, más bien introvertida frente a sus compañeros de tareas organizativas. En verdad, he de afirmar, que nunca tuve razones suficientes para catalogarlo así. Las personas diversifican sus actitudes según el prisma real que refleja el amplio abanico que encierra la amistad.
Por Gerardo Fuster
Ciclismo antiguo
Txomin Perurena, se nos fue un hombre bueno
DEP Txomin Perurena, un grande dentro y fuera de la carretera
No tuve ocasión de conocer mucho con Txomin Perurena, pero sí de hacerle una entrevista sobre sus años en el Orbea.
Fue en una jornada fría, en la explanada de Arrate, cerca de la iglesia, acompañado de amigos, de Mario Lejarreta y del hermano de Jokin Mujika, cuyo nombre ahora no recuerdo.
Hacía un frío brutal, Arrate era una nevera, les sentamos en medio de un paso pavimentado y ahí hablaron los tres de esos años.
Hubo un momento que Txomin paró su intervención, el cámara dejó de grabar y soltó: «Joder qué frío hace«.
Nos echamos unas risas, que si los vascos nos tenían frío y esas cosas. Qué buen rato.
Pero él no se quejaba, él hablaba y hablaba, con ternura y lujo de detalles, cercano y sincero.
Todo lo que habíamos imaginado y oído de él, se cumplió con milimétrica exactitud.
Hoy 8 de junio de 2023, Txomin Perurena ha muerto y pensamos en la cantidad de historias que se van con él, y todos los que, por mor del tiempo, van quedando en el camino, que no cayendo en el olvido.
Fue un grande, sin duda: hace más o menos un año, nos dio por hacer nuestro top ten de siempre de ciclistas españoles y nos salió Txomin Perurena en cuarta posición, exactamente entre Luis Ocaña, quinto, y Alberto Contador, tercero.
Entramos en zona roja y nos guardamos un as en la manga, el eterno Txomin Perurena, quien si bien muchos no lo pondrían ni en el top ten, estamos hablando de un «hacedor» de récords en el ciclismo español, con 125 victorias, sólo superado por Alejandro Valverde.
Fue segundo en una Vuelta que perdió por segundos ante Tamames pero al mismo tiempo se llevó doce etapas de la grande española y fue alma y norma en un equipo que marcó una época, el Kas.
Si lo fiamos a la estadística del PCS Txomin Perurrena es el sexto mejor ciclista de la historia en España, situándolo tras un quinteto de vértigo formado por Valverde, Indurain, Contador, Poblet y Ocaña, por este orden.
En todo caso no deja de ser significativa la invisibilidad de Txomin en el imaginario ciclista entre aquellos que no tuvimos la suerte de verlo en directo.
La literatura y las crónicas no le han tratado tan bien como a otros.
Celebramos aquel Vintage que le hizo Paco Grande.
Hace unos días lamentamos no haber visto en primera persona las evoluciones de aquel «maravilloso loco» llamado José Manuel Fuente, el asturiano fue compañero del guipuzcoano en el mítico Kas y posiblemente en alguna de sus grandes tardes fuera por el consejo de Txomin.
En efecto, buena persona, lo comprobamos en directo cuando nos contó su periplo por Orbea, y así nos lo describió Jaime Mir…
«Era tan buena persona y tan buen velocista que ambas cosas juntas no podían funcionar. En las llegadas era muy fuerte»
El famoso «bigotes» estuvo con Peru y el Tarangu en el Kas.
Pero no os perdáis sus logros en la carretera: esas catorce etapas en la Volta, las doce de la Vuelta incluso dos en el Giro de Italia… al final son más de cien triunfos algo que no abunda en este lado de los Pirineos.
Más de cien triunfos para dibujar un corredor atípico y adelantado a su tiempo…
…pero no sólo eso, es la huella de una persona que aún hoy sigue siendo un tipo al que acudir cuando quieres saber del ciclismo de los sesenta y setenta.
Una persona solícita que habla con cariño de su época y que recuerda su paso a director, pues su visión de carrera, parecía que la veía desde arriba, ya le hizo ser director en carrera antes de entrar a dirigir un histórico como Teka.
Con los años siempre ha estado ligado al ciclismo, de una manera u otra, yendo invitando, acudiendo a actos o permaneciendo al pie de la ruta, un legado de esos que hemos de apreciar, pues ha sido08 memoria viva y efervescente de dónde venimos.
Descansa en paz Txomin.
Ciclismo antiguo
Alfredo Binda fue al ciclismo lo que «La Gioconda» al arte
El legado de Alfredo Binda pervive casi un siglo después
A Alfredo Binda, le llamaron «La Gioconda» por la elegancia y sonrisa que nunca le abandonarían.
Nació el 11 de agosto de 1902 en Cittiglio, pero creció en Niza.
Es, y con razón, el primer gran campeón de la historia del ciclismo.
En 1924 se inscribe en el Giro de Lombardía, atraído por las 500 liras de premio al mejor escalador en la subida al Ghisallo, quedó cuarto en esa edición pero el premio fue para él.
En ese momento le ofrecían su primer contrato.
1925: decanta a su favor los giros de Italia y de Lombardía. Luego vendrían cuatro Giros más y otros tres de Lombardía.
Añadidle 41 etapas en la Corsa rosa, tres veces el Campeonato del mundo, otros tantos campeonatos de Italia y dos ediciones de la Milán-Sanremo.
Al ganar su tercer campeonato del mundo, la gente empezó a apreciarlo y su popularidad se disparó, a causa, en parte, de su rivalidad con Girardengo, quien no era santo de devoción de los aficionados italianos.
En la historia clásica es uno de los campeonísimos de siempre junto a Learco Guerra, Constante Girardengo, Gino Bartali y Fausto Coppi.
En su honor se creó el Trofeo Alfredo Binda-Comune di Cittiglio. Tiene un museo en esa misma ciudad.
Según su palmarés está entre los mejores ciclistas de la historia, incluso diría más, en suelo italiano creo que pocos se igualan con él, habiendo ganado el Giro, San Remo y Lombardía, o lo que es lo mismo tocar el cielo en la bota itálica.
Una vez retirado, dirigió el equipo ciclista nacional italiano
Fausto Coppi, Gino Bartali y Gastone Nencini ganaron el Tour de Francia a sus órdenes con ediciones legendarias como aquellas en las que le tocó mediar entre las dos grandes estrellas del ciclismo italiano.
El señor de la montaña como era conocido falleció en 1986.
Ciclismo antiguo
Un viaje por los méritos de Bartali, Coppi y Magni
El trío Bartali, Coppi y Magni llenó de magia la Italia ciclista de postguerra
Recorrer el ciclismo italiano de los años cuarenta y cincuenta, incluso en parte los treinta, tiene tres apellidos fijos: Bartali, Coppi y Magni.
Ciclistas de todos los tiempos, muy presentes hoy en día con una pasión en la que se les sigue idolatrando casi como entonces.
Hemos hecho un recorrido deportivo por esos tres grandes, y aquí tenéis un pequeño sumario de la grandeza que se ganaron en la carretera.
Gino Bartali
Méritos en la carretera: dos Tours de Francia, tres Giros de Italia, cuatro Milán-Sanremo, tres Giros de Lombardía, 91 victorias en su haber y un largo etc.…
Méritos civiles: Grande ufficiale dell’Ordine al merito della Reppublica Italiana, Cavaliere di gran Croce dell’Ordine al Merito della Reppublica Italiana, Medaglia d’Oro al Merito Civile.
Sobran palabras al hablar de este Campeonissimo.
Si su palmarés asombra, más aún lo hace la historia en la que consiguió salvar nada más y nada menos que a 800 judíos italianos de ser deportados a campos de concentración en Alemania, lo que le valió ser declarado «Justo entre las naciones» por Yad Vashem, la Agencia Nacional de Memoria del Holocausto.
En el Giro que salió de Israel esta historia fue muy celebrada.
Hablamos de un ciclista y de una persona en mayúsculas.
En la clasificación de los 100 mejores ciclistas de todos los tiempos se encuentra sexto.
Sus duelos con Fausto Coppi serán recordados por siempre como los más bellos en la historia del Giro.
Una vez retirado fue director del equipo San Pellegrino con Coppi bajo sus órdenes y luego comentarista de la RAI.
Su hija Andrea Bartali dijo en una ocasión sobre lo que hizo su padre con los judíos:
«Mi padre era un católico ferviente. Casi nunca nos habló de lo que hizo durante la guerra. Decía tan solo que “en la vida, esas cosas se hacen y basta”.
Estas palabras nos dan una idea la clase de persona que era Bartali.
Un ataque al corazón lo dejó sin vida en Florencia en el año 2000.
Castellania, provincia de Alessandria, debería estar de fiesta siempre porque aquí nació otro de los Campeonissimos.
A los 8 años tiene su primera bicicleta que utiliza para trabajar de repartidor, en 1937 conoce a Biagio Cavanna, su descubridor.
Se hace difícil saber por dónde empezar con Fausto, si por el récord de la hora, sobre en ser el primer corredor de la historia en ganar en el mismo año Giro y Tour…
Para siempre se pueden admirar, estelas de honor en su memoria en el Stelvio, Pordoi y en el Col de Larche.
En 1965 la “Cima Coppi” aparece por primera vez en el Giro para designar la cima más alta de esa edición.
También hay un monumento en Turín a su memoria y en esa misma ciudad un estadio de ciclismo lleva su nombre.
Número tres en la clasificación de los 100 mejores ciclistas de la historia… su récord de la hora en el velódromo Vigorelli de Milán, 45.871km, duró 24 años hasta que Jacques Anquetil se lo arrebató.
Hablar de Coppi es hablar de Bianchi, diez años duró su unión.
En su primer año gana la Milán-Sanremo con una superioridad insultante, el segundo clasificado llegó a 14 min.
El periodista Nicolò Carosio lo narraba así:
“Primer clasificado, Fausto Coppi, en espera del segundo transmitimos música de baile”
En 1949 gana Milán-Sanremo, Giro d Lombardía y Giro de Italia.
En ese Giro cobra vida una de sus hazañas más célebres: 192 km de escapada y victoria de etapa. Mario Ferretti en su crónica del día pronunciaría una frase que pasaría a la posteridad:
“Un hombre solo al comando, su maillot es blanco y celeste. Su nombre, Fausto Coppi»
Es pentacampeón del Giro, doble vencedor del Tour, campeón del mundo de ciclismo en ruta, récord de la hora, campeón de Italia, campeón de la Paris-Roubaix, Flecha Valona y un largo etc.…
Con 40 años, víctima de la malaria, fallecía en Tortona.
Fiorenzo Magni
Considerado el tercer hombre al saberse por detrás de Coppi y Bartali. Nace en 1920 en Vaiano.
Tres Giros de Italia, otros Tours de Flanders, consecutivos ganando la denominación de “Leone delle Fiandre”, campeón de Italia, primer ciclista en ganar etapas en las tres grandes vueltas en diferentes años, segundo en el campeonato mundial en ruta.
Con 35 años es el ganador de un Giro con más edad.
En 1946 no puede competir por su adhesión al fascismo y por competir bajo un nombre falso.
También será recordado por correr la edición del Giro de 1956 con una fractura de hombro sosteniendo el manillar a través de un tubular entre los dientes.
En 2004 fue galardonado con el collar de oro al mérito deportivo.
En 2012 murió a causa de un aneurisma.
Ciclismo antiguo
Alfonsina Strada: La mujer ciclista que conquistó la luna
Alfonsina Strada puso a la mujer ciclista en la historia
Hay una historia, desconocida, tristemente obviada, no sé por qué no se divulga más, que realmente merece ser escuchada, la historia de una mujer ciclista que hizo algo singular. Es la leyenda de Alfonsina Strada, la primera y única mujer que engañó a propios y extraños para hacer el Giro de Italia masculino, algo increíble, impensable, inconcebible.
En la edición de 1924 había un nombre entre los inscritos que no levantó sospecha. Era el de Alfonsin Strada. Ataviada con lo necesario para pasar desapercibida, no tardó el respetable en conocer la verdad.
En la octava etapa, Alfonsina sufrió un rotura de manillar y tuvo que finalizar la etapa con un palo de escoba que un espectador le dejó.
Esa medida desesperada le impidió entrar en el plazo permitido, pero la misma valentía que le hizo emprender la aventura en ese ciclismo prehistórico le empujó a insistir hasta la saciedad para que los jueces la readmitieran.
Alfonsina, Alfonsin en la relación de participantes, llegó a Milán con un retraso acumulado de 28 horas respecto a Guiseppe Enrici, toda vez había cubierto los 3600 kilómetros. Su hazaña le valió una interesante gira por los velódromos de media Europa, demostrando una verdad que entonces pareció más obvia que ahora, y no es otra que el ciclismo femenino puede ser rentable y mucho.
Pero no todo fue sencillo para esta aguerrida piamontesa.
Mucho antes de competir tuvo que enfrentarse a su familia para desempeñar su trayectoria ciclista.
Se vio obligada poco menos que a dejar el hogar y contraer matrimonio a la edad de 14 años con un mecánico llamado Luigi Strada.
Enamorada de la bicicleta desde bien pequeña, meter un hombre de ciclismo en casa fue el veneno que le hacía falta. Su marido fue su mánager.
Posteriormente se casaría tras la segunda Guerra Mundial y con su nuevo marido abriría una tienda de bicicletas hasta que murió con 58 años.
Estos días, noventa años después de su singular logro, algo que nunca más sucedió y que entiendo muy complicado repetir, la localidad de San Salvatore de Monferrato la recuerda con una plaza con su nombre.
Alfonsina Strada, una mujer que bien podría haber sido astronauta.
Foto tomada paneroseacri.wordpress.com
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Gerard
20 de abril, 2016 En 17:13
Figura encomiable la de Desgrange en primer lugar, y la de Goddet a continuación, que contribuyeron como fundadores al inicio de la épica ronda gala cuando corría el lejano 1903. La historia siempre nos acerca a la verdad de los actuales acontecimientos.