Mundo Bicicleta
Dejar que el ciclismo entre en las ciudades
Sobresaliente crono la vivida esta tarde en la rosada ciudad de Salamanca. En un recorrido totalmente llano que ha supuesto el anzuelo para que los rodadores no dejaran la carrera con la sensación de haber sido timados, los mejores especialistas del mundo –no faltaban muchos la verdad- han dado lustre a una carrera que se apresta a darnos una segunda semana que no ofrece desperdicio. Lástima que la tercera no se espere tan espectacular, como por otro lado hubiera sido lo deseado.
Hoy la carrera ha finalizado en el corazón del excelente conjunto monumental salmantino: la plaza Mayor. Ha costado, pero finalmente el ciclismo parece que paulatinamente aborda en centro de las ciudades españolas como desde hace años venimos reclamando. Como en los mejores desenlaces del Giro, una ciudad vieja ha visto el goteo de corredores en pugna de una de las jornadas clave de la carrera.
Y es que por muchas molestias que parezcan generarse, la balanza que siempre debe medir ventajas e inconvenientes arrojando un resultado a favor de las primeras. El efecto turístico es innegable, ser escenario de la una carrera de proyección internacional, mostrar lo mejor de tu patrimonio nunca puede ser perjudicial, al contrario, es algo que en muchos países entienden a la perfección. Cuan envidia nos despierta ver la Eroica finalizar en la plaza central de Siena, por ejemplo. Ahora bien quisiéramos este mismo trato para categorías inferiores, muchas veces llevadas como deporte clandestino a los entornos poligoneros, alejados de las plazas centrales, allí donde el público podría apreciar de primera mano la belleza de este deporte y los chavales se sentirían más valorados.
Nota aparte merece la realización televisiva de la jornada, a mi juicio pésima. Cuaánto nos queda por aprender de la televisión francesa, cuyas retransmisiones del Tour se acreditan como el mejor embajador del país galo. Hoy la Plaza Mayor de Salamanca no ha sido visionada en su generalidad hasta que acabó la carrera, la entrada a la ciudad charra no fue apreciada hasta que Wiggins hizo acto de presencia y el entorno monumental se adivinó entre clasificaciones. Un tiro fallido, sin duda, para una vez que la carrera se arrimó a un centro monumental, la cobertura no estuvo a la altura.