Opinión ciclista
Antes se respetaba más al ciclista
La sensación de seguridad era mayor para los ciclistas hace veinte años
Perico Delgado se siente «más seguro en la carretera ahora que hace 20 años».
Esto lo dijo la semana pasada.
Pues me sabe muy mal contradecir a mi admirado Perico, pero… no estoy de acuerdo.
Sí, no estoy de acuerdo en esa afirmación.
Ojo, es mi opinión, que quede muy claro.
Lo que voy a exponer a continuación es exclusivamente mío y no hablo de parte de ningún colectivo, sociedad, entidad o club, por supuesto.
Pero yo, hoy, no me siento seguro cuando salgo en bici.
Y lo he de decir así, muy a pesar mío.
Tengo que aclarar también que el no sentirme seguro cuando salgo a pedalear ahí afuera no significa que tenga miedo a hacerlo, porque entonces no saldría de casa.
Miedo, no. Respeto, sí. Y mucho.
Además puedo decir, sin dudar ni un momento, que yo hace 20 años sí me sentía mucho más seguro.
¿Por qué no me siento más seguro en la carretera?
Seguramente me pediréis que argumente esta dura sentencia, sobre todo los que no estéis de acuerdo con esta afirmación.
Y es una dura protesta porque con lo que digo parece que no hayamos avanzado nada durante estos últimos 20 años.
Pues yo así lo siento, que seguimos estancados o peor que hace décadas.
Voy a intentar justificar mi opinión primero de manera objetiva y esta no es otra que con números en la mano y que tristemente me dan la razón: los accidentes relacionados con ciclistas han aumentado un 309% en los últimos 20 años.
Este estudio se remonta hasta 1998 en el que hubo un total de 2662 accidentes de ciclistas.
Esta cifra se elevó, nada menos, hasta 8242 en 2016.
Ya sólo esta noticia me carga de razones para poder decir que, efectivamente, cuando yo salía a pedalear esos años, de finales de los 90, lo hacía con mucha más confianza que ahora.
Es más, no tenía la sensación de que en cualquier momento un vehículo podría arrollarme, como ahora sí me está pasando.
Pero es que además, si seguimos navegando por internet, encontraremos noticias como la siguiente: «los accidentes en bicicleta han aumentado hasta tal punto que se han multiplicado por dos los últimos siete años«.
Esto, como ya he comentado, si hablo de manera objetiva, porque si lo hago de forma subjetiva me doy cuenta que hace 20 años era mucho más placentero salir en bicicleta de excursión los fines de semana.
Puede que algunos opinen que antes éramos minoría los que salíamos a pedalear.
No estoy de acuerdo.
No hemos de olvidar que estábamos en plena época post-Induráin, después de haber disfrutado de un lustro de oro con las victorias del campeón navarro.
Esto se notaba en la carretera.
Mucho.
Creo que entonces se nos respetaba mucho más que ahora.
¿Por qué?
Porque la gente quizás nos miraba de otra manera muy diferente a la actual.
Podríamos parecer más o menos simpáticos, pero seguro que muchos aún nos veían como una rareza, como una atracción o como una curiosidad al vernos pedalear por esas carreteras de Dios («¡qué majos estos ciclistas!»).
O nos cantaban el manido «¡Induráin, Induráin, Induráin!».
O puede que nos vieran como unos bichos raros, pero se nos respetaba.
Mucho.
En aquella época no recuerdo ningún percance que me hiciera sentir miedo, o poco seguro, a la hora de salir en bici.
Tampoco ninguna discusión con dueños de vehículos a motor algunos, a diferencia de hoy en día en que no es rara la salida en la que podamos tener un encontronazo, o bronca, con algún usuario que nos haya provocado un incidente: un mal adelantamiento, no haber guardado la distancia de seguridad, no cedernos el paso o, simplemente, ignorarnos y ni tan sólo ver si veníamos.
Los ciclistas parecemos invisibles para muchos
Como digo, hace 20 años, no flotaba en el ambiente esa sensación de intranquilidad o malestar que tenemos actualmente. Sólo nos preocupábamos por salir, dar pedales y disfrutar. Yo me sentía seguro, sin duda alguna.
¿Por qué pienso que el cuento ha cambiado radicalmente?
Pienso que por muchos motivos.
Si me pongo a reflexionar, parece que los últimos accidentes mortales de estos terribles dos años pasados, en vez de concienciar a conductores sobre esta necesidad de respeto mutuo, nos haya creado aún más y mayores enemigos.
Exacto.
Ahí quería llegar.
¿Cómo ven los conductores a los ciclistas?
No voy a generalizar, por supuesto, hay muchos conductores que ya nos empiezan a ver con naturalidad en la carretera, como un vehículo más, independientemente de para qué lo usemos: si por deporte, si por ocio o por paseo, para ir a trabajar o para ir a comprar el pan. Da lo mismo.
Pero… ¡ay!
Creo que existe un sector de conductores al que le molesta el mero hecho de ver a alguien subido a una bici delante de sus coches, que se amargan dentro de sus carrocerías de hierro y que se ponen nerviosos en cuanto ven a un ciclista.
A estos me quiero dirigir.
Son ellos los que hacen que, al menos yo, no me sienta seguro yendo en bicicleta.
Esos que con muy mala baba nos ven como sus auténticos enemigos en la carretera y que de ellos se percibe una animadversión total hacia los que intentamos llevar una existencia diferente a la de ellos, que no es otra que la de disfrutar de una actividad al aire libre, mejorar nuestra condición física, hacer deporte y llevar una vida saludable.
Muchos dicen que somos un peligro.
Sí, claro, por supuesto que cuando salimos en bici miramos hacia todos lados para evitar y esquivar los peligros, pero no menos que cuando lo hacemos también en coche o en cualquier otro medio que represente un desplazamiento, incluso cuando tenemos que cruzar andando la calle.
El peligro está ahí, es evidente, donde esté nuestro físico estará el riesgo, por muy tranquilas que sean nuestras rutinas o nuestro día a día.
No me siento seguro, porque entiendo que existe una corriente de opinión de personas, no generalizada pero sí importante dentro de la sociedad, que nos ha hecho retrasar años de negociación por el respeto mutuo entre ciclistas y automovilistas.
Con este tipo de conductores hemos vuelto a la época de las cavernas, cuando el más grande y fuerte se imponía al más débil y chico.
Soy globero, ¿y qué? porque de tan ciego que iba no reparaba en el paisaje, ni en los pueblos, ni en sus gentes. No veía nada.
No me siento seguro, porque nunca sé si el que está detrás de mí al volante, y me ve, piensa que ahí sobro porque molesto, porque no tengo derecho a estar ocupando «su» carril de circulación y tampoco sé si me va adelantar con seguridad o por el contrario no le importará si me deja metro y medio de distancia, poniendo en riesgo mi vida.
Porque encima hay conductores que nos quieren poner horarios para salir en bicicleta para que ellos puedan conducir tranquilamente, argumentando que no podemos hacer deporte por esas carreteras de Dios las 24 horas del día.
Opiniones en contra del colectivo ciclista hay muchas, y sólo hacen que fomentar una enemistad en la que muchos están trabajando para que esto cambie, pero con su total antipatía e intransigencia se cargan de un plumazo.
Por todos estos motivos, yo hace 20 años me sentía mucho más seguro en bici.
Gracias Perico por abrir el debate.
Por Jordi Escrihuela
Imagen tomada de En Bici
Opinión ciclista
Grandes vueltas: ¿Quién es el mejor de la historia?
También en grandes vueltas, nadie se puede medir a Eddy Merckx
Las grandes vueltas son al ciclismo lo que los contrafuertes a una catedral.
Podrán gustar más o menos que las grandes clásicas, ciclismo de un sorbo, cargado como un buen café, pero en las tres semanas de un Tour o Giro o Vuelta salen a flote las miserias y excelencias de los ciclistas.
Nosotros somos más de clásicas, ciertamente, pero el fuego lento también le sienta bien a este deporte.
Hemos visto este listado, este top ten en Facebook y no nos hemos podido resistir a opinar, un poquito sólo, sobre los grandes de siempre en esta historia de tres semanas y mil aventuras.
Y vemos que el primero, como en casi todo, porque superarle se antoja imposible en un largo tiempo es Eddy Merckx, el corredor que resume su carrera diciendo que lo ganó todo, todo lo importante, salvo la París-Tours.
Eddy Merckx instauró una especie de yugo sobre el ciclismo que conoció que no tuvo muchos más nombres salvo el suyo desde finales de los sesenta a mediatos de los setenta.
El control de Merckx fue tal que en esa lista sólo sale un contemporáneo suyo, el escurridizo Felice Gimondi, protagonista en aquella jornada de Pra-Loup que cantó el ocaso del belga.
Gimondi fue, como Alberto Contador, un ciclista que explotó pronto.
Pero se le cruzó Merckx, como a otros tantos.
A Alberto Contador se le cruzó Chris Froome, a quien pudo ganar netamente una vez, en la Vuelta del 2014.
Alberto Contador en este listado podría haber estado más arriba.
Pero…
Sin embargo, no se puede obviar ese legado de siete grandes vueltas, siendo además uno de los pocos con las tres.
La lista también contempla a Miguel Indurain: si esto fuera un medallero olímpico, el Tour sería la medalla de oro y eso le pone a la estela de los más grandes.
Es curioso porque el desempate de Merckx e Hinault lo provoca la Vuelta que el belga ganó.
El tejón sigue siendo, más de treinta años después, el último campeón de la vieja escuela, aunque Tadej Pogacar se ha empeñado en seguirle, con cantidad y calidad de éxitos.
Ambos son ciclistas que atacan de amarillo, rosa o lo que fuera, que amasan triunfos de etapa, que abren distancias de diez minutos sobre los rivales.
Miguel Indurain fue otra cosa, como Jacques Anquetil, un poder contenido, medido en la habilidad contra el reloj.
Luego están los italianos, auténticos pioneros.
Belle époque, inaugurada por Alfredo Binda, ciclista que recibía primas por no tomar parte en las carreras y abrir el pronóstico.
Fausto Coppi y Gino Bartali, cuya rivalidad despierta aún emociones.
¿El mejor de la historia?
Cada uno tuvo lo suyo: su tiempo, sus rivales, sus recorridos.
Medirlos en igualdad es imposible.
Si por algo hemos de fiarnos, más allá de los sentimientos que despertaron esos triunfos, es de la estadística.
Y ésta es inapelable: Eddy Merckx
Opinión ciclista
Tour: Estas etapas matan el ciclismo
La primera de las etapas en Francia ha sido un lastre para el Tour
En un ciclismo, en una sociedad de paciencia menguante, como leo a Ander Izagirre, etapas como la primera del Tour en Francia son un tiro en el pie de este deporte.
Llego ahora a casa y leo que os estáis aburrrrriendo con la etapa tostón del Tour. Aquí tenéis algunas decisiones brutas y cómicas que tomaban los organizadores de Giro, Tour y Vuelta contra el aburrrrrimiento. pic.twitter.com/HDRvFMGrRr
— Ander Izagirre (@anderiza) July 4, 2023
No hablamos del deportista, ni de su necesidad de tomarse un respiro en una jornada que conecta la salida vasca con los Pirineos, que puede ser tomada con más o menos calma, hablamos de imagen, de la percepción, de la sensación que, o eres un enfermo de esto, o es imposible tragarse semejante bodrio.
¿Lo mejor?
La retransmisión, como casi siempre, aunque para conocer las Landas, quizá mejor los documentales de La 2.
La imagen de recreo y asueto generalizados esta jornada de julio fue el mejor tarjetón de invitación a la siesta.
Ya veis, el mito de la siesta y el ciclismo, con la voz de Perico o Javier Ares de fondo, en el calor de julio, las jornadas intensivas en el trabajo.
El ciclismo no puede permitirse etapas así, el Tour, tampoco.
Es la etapa cuatro del Tour de Francia 2023, no estamos en ruta hacia los Campos Elíseos, de homenaje al ganador, ni tampoco en el día después de una gran batalla.
Las fuerzas están frescas y las etapas buscan ganadores y protagonistas en su desarrollo.
El hecho que lamentaba Antonio Alix, sobre los belgas atacando al unísono, como en una broma pactada con la moto de Philippe Gilbert, define un paisaje triste, indigno de la mejor carrera del mundo.
El comentario de Contador, sobre cómo suben los clicks de su marca de bicicletas cada vez que uno de los suyos va en fuga debería ser de conocimiento generalizado en el pelotón, a sabiendas que hay mucha gente mirándoles, pero también equipos de marketing calculando cada segundo que su marca tiene exposición en la televisión.
Jasper Philipsen repitió triunfo en una de las peores etapas que recuerdo del Tour, y eso que hay unas cuantas, pues fumadas suceden cada año, puntuales a la cita.
El ciclismo no se puede permitir días así, los ciclistas por intocables que crean, tampoco.
Seguro que vendrán grandes días de ciclismo, pero si a la larga estos trayectos decantan la balanza sucederá que igual no habrá dinero para todos.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Noticias de ciclismo
Qué poco sabemos sobre el Tramadol
Ahora mismo sólo el ciclismo ha prohibido el Tramadol
Cierto es que no es dopaje, no al menos sobre el papel y en la norma, pero a mí que me lo expliquen ¿qué cojones pasa con el tramadol?
En otras palabras, no se puede dejar de golpe https://t.co/34sQQ5uT7n
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) December 10, 2022
Su nombre corre por los mentideros hace tiempo, no da beneficio alguno en el rendimiento, sobre el papel, pero pitar con esto, o similar, te puede valer la ruina.
En ciclismo ya está prohibido, en otros deportes habrá que esperar, como si se necesitara un tiempo de transición para dejarlo estar.
La sensación, si no fuera porque la hemos visto mil veces en el deporte, sería fea, extraña, casi nauseabunda.
La cosa es sencilla, es matar la sensibilidad del deportista para que éste se centre en el rendimiento sin que nada moleste, si quiera eso tan humano que es el dolor por el esfuerzo fuera norma que esta gente practica.
Ver su gestión denota que hay que poner tanta gente, tan diversa, de acuerdo que parece hasta siniestro que a nadie se le hubiera ocurrido antes.
Otra muesca más en quienes dicen mirar por la salud del deportista
Pillaron en Catar, en puertas del mundial de fútbol a un tipo con 2000 pastillas de Tramadol, como aquel auxiliar de Festina cargado de mierda que cazaron en la frontera entre Bélgica y Francia camino de la salida del Tour en Dublín.
No sé si adujo «consumo privado» en su defensa.
En aquel caso, ya sabemos lo que pasó, en este caso es un argumento más para quienes abogan por el tramadol fuera del deporte, no sólo del ciclismo.
Como me decían en twitter este finde ¿qué no sabrá la WADA sobre el tramadol para hacer esto?
Y lo más tétrico: ¿Qué se habría evitado de haberle puesto coto antes?
El Tramadol no es dopaje, insisten, y escribo constantemente aquí, pero todo lo que toca lo pudre y estigmatiza.
Se utilizó como arma arrojadiza para los irresponsables que iban a saco en algunas llegadas, sin miedo ni complejos, y ahora pesa como una losa sobre una de las grandes estrellas del pelotón, el amigo Nairo, que sigue sin equipo, oficialmente reconocido a puertas de Navidad.
Lo lamentable de todo esto es que, como muchas veces digo, es que estamos ante la punta del iceberg… ¿cuánta parte del cuento nos estamos perdiendo?
Opinión ciclista
Luis Enrique y la mal llamada prensa deportiva
Lo que está sucediendo con Luis Enrique es el termómetro de la prensa que se llama deportiva
Este es un tema que cuando empecé este mal anillado cuaderno solía tratar, pero con el tiempo dejé de lado, por ser imposible sacar nada bueno. Hablo de eso que llaman prensa deportiva.
Admito que me gusta el mundial de fútbol, me gusta mucho, desde siempre, su historia, las leyendas, las sedes… es una mística que sólo los Juegos Olímpicos y ciertas carreras ciclistas, diferentes cada año, según resulten, pueden igualar.
Antes del evento en Qatar, ya sabíamos que el ambiente alrededor de la selección española iba a estar condicionado por la figura del seleccionador, un gran aficionado al ciclismo además, Luis Enrique.
Pues bien, no ha hecho más que empezar el evento y tenemos llamas en las redes contra Paco González, en representación de la camarilla, por su diatriba ante el seleccionador.
Al margen que me parezca que tenga o no razón, el fútbol es algo tan apasionante como espectáculo colectivo, que esto, para mí es una menudencia, lo que me alucina es el ensañamiento gratuito contra una persona que podrá caerte mejor o peor pero que si está será por haber demostrado méritos suficientes para ejercer.
Es la bronca política, el negarle toda cualidad al adversario, llevada a la prensa que se dice deportiva.
Para la gente del ciclismo, la verdad, lo que tenga que decir esta gente poco o nada nos va a sorprender.
Con los años nos han regalado análisis sesudos como aquel que decía que el ciclismo es un deporte fácil porque van sentados o los mismos que medían la salud del ciclismo español por la cantidad de corredores que iban al Tour.
No entremos en cuando hablaban de dopaje.
Ahora, parece que a muchos se les ha caído la careta de esta camarilla.
España, lo siento, no tiene prensa deportiva, tiene una banda de malos actores, aireando lo peor de algo tan hermoso como el fútbol, para sacarse el sueldo a final de mes.
Lo triste es cuando se acuerdan de otros deportes, tipo ciclismo, y sale a flote toda su desconexión con la realidad del deporte.
A mí personalmente Luis Enrique me cae bien, sé que no es políticamente correcto pero al menos lo ves venir.
Y como repiten muchos, por cualquier cosa, hay que bancarle: que en sus famosos streams diga que está pendiente de la campaña de ciclocross me parece genial.
Tenemos aquí un buen embajador, un ciclista de papear kilómetros y sacarle todo el partido a la flaca.
Sólo por eso, y por destapar el disparate que algunos ejercen cada día en nombre de la prensa deportiva, le tenemos que querer.
Nosotros somos modestos, hablamos de nuestro deporte, nos equivocamos mil veces, pero somos directos y transparentes en nuestra opinión, pero sobretodo hablamos de algo que nos apasiona y lo hacemos con cariño infinito.
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Juan
18 de enero, 2019 En 10:09
Enhorabuena por este blog, sobre esta reflexión que haces, mi opinión es la misma salvo que hay que añadir que además de la personas a las que molestamos cuando salimos, están las que nos respetan pero tienen esa adiccion al teléfono, solo hay que pararse un momento cuando andamos por la calle fijándonos en lo que hace un conductor/a al volante, y el porcentaje de gente con el teléfono en la mano es horriblemente escandaloso, te pueden respetar mucho pero si están mandando mensajes o hablando al tlf. son un peligro puede que aún mayo que el que no nos quiere.