Julian Alaphilippe
Alaphilippe no necesita llevar el maillot amarillo hasta París
El maillot amarillo viste el momento dulce de Alaphilippe, pero otra cosa es pensar que pueda aguantarlo
Llevar el maillot amarillo en el Tour de Francia no es una cosa cualquiera.
Te pone en la mente del gran público, en el escaparate.
Pero es que hacerlo en este Tour, tiene un plus,.
Circula por los kioscos de Francia estos días una edición especial de L´ Equipe poblada de los testimonios de algunos de los franceses que han vestido el maillot amarillo…
Es la prenda sagrada, el faro, el foco de todas las miradas, su silueta engalana calles y plazas por donde el Tour va a pasar.
En el caso de Julian Alaphilippe que vista el maillot amarillo en este inicio del Tour, era algo que se podía imaginar.
Con esa forma de correr, con un recorrido que le favorece, llegando en forma estaba claro que el amarillo iba a ser un objetivo.
¿Es necesario pensar que Julian Alaphilippe llevará el maillot amarillo hasta París?
Comme Julian Alaphilippe, ces Français en jaune un 14 juillet https://t.co/fqLZt8fJtu pic.twitter.com/LQtc4x0twP
— L'ÉQUIPE (@lequipe) July 14, 2019
Creo que otra vez el bosque nos impide ver el cielo.
Julian Alaphilippe fue el domingo el 18º ciclista francés que ha llevado el maillot amarillo en la fiesta nacional.
Eso, en sí, ya era un objetivo, algo realista a lo que agarrarse, mucho más que pensar en París y el paseo en amarillo.
Como el propio Alaphilippe admite, para ser maillot amarillo ya ha gastado unas balas que otros grandes nombres ni siquiera han planteado hacer, porque esperan qué puede pasar el resto del Tour.
Esta es una edición del Tour con un final durísimo, que se mete primero en los Pirineos y vira hacia los Alpes donde se pegará un buen empacho de dosmiles en la conquista de la carrera más deseada de la tierra.
Julian Alaphilippe es el prodigio del momento, pero hace pensar que lo suyo vaya más allá
Podría hablar con Thomas Voeckler que alargo su instante amarillo hasta las mismas puertas de Alpe d´ Huez, a 48 horas de París, un poco por coyuntura de la carrera, otro poco por la inacción de los rivales esos días.
Que Julien Alaphilippe aspire un día a ganar el Tour creo que es una incógnita complicada de resolver.
Recuerdo aquella París-Niza que le ganó a Contador una cronoescalada, vistiendo el maillot amarillo al final de aquel día.
Aquella fue una actuación explosiva, tanto que su aventura de amarillo acabó a los dos o tres días y entonces ya nos preguntamos si Alaphilippe alcanzaría un día la solidez que necesita una vuelta por etapas.
Varios años después, no la ha alcanzado, aún, otra cosa es lo que le depare los años que vengan.
Acaba el plazo para inscribirse para La Cerdanya Cycle Tour
Pero partamos de dos premisas, la primera que el propio corredor y su equipo, con el que ha renovado, no muestran gran interés por las carreras de etapas.
La otra, que Julian Alahilippe no necesita llevar el maillot amarillo hasta París porque es perfecto así, según corre, emociona y hace sentir.
Un tipo que te alegra verle ganar, pues arriesga y se mueve, no espera a los rivales y se anticipa.
Se equivoca, claro que sí, pero cuando acierta logra actuaciones memorables, la del Tour el otro día, San Remo y todas esas perlas que cuando un día miremos atrás seguro que nos dibujarán la silueta de un corredor de esos que no necesitó ganar el Tour para ser grande y recordado.
Julian Alaphilippe
¿Volverá el gran Alaphilippe?
La prestación de Julian Alaphilippe en San Remo no la vimos venir
Siendo sincero me apena todo lo que rodea a Julian Alaphilippe desde hace un tiempo.
Ya no se habla del corredor, y se incide en la persona, cortesía en gran parte de ese jefe que ninguno quisiéramos tener, llamado Patrick Lefevere, que habrá cultivado muchas leyendas en ciclismo, pero que con el tiempo se ha vuelto un indeseable.
En el rendimiento reciente de Alaphilippe seguro que no todo es mala suerte y caídas en el peor momento, seguro que habrná otras cosas, factores que inciden en el equilibrio del ciclista, desde su propia mentalidad a su entorno y costumbres.
Igual ya no entrena cómo entrenaba, o no se cuida, cómo se cuidaba.
De esto ha hecho sangre su jefe y el propio Thibaut Pinot, que se despachó a placer contra él, dudando de su profesionalidad en la carretera.
El otro día vimos a Julian Alaphilippe entrar en el grupo cabecero de Milán-San Remo, fue noveno, por delante de Van der Poel y Pidcock en un grupo de doce.
Entró pinchado, leí, como si la mala suerte no le dejara respirar.
En el último podcast comentamos con Saúl Miguel y Miguel González si volvería el gran Alaphilippe y no lo ven.
No dudan que podrá tener pistonada en alguna carrera, tipo monumento o quizá mundial, pero ese ciclista total de 2019 que fue amarillo hasta 48 horas antes de pisar París ya no creen que vuelva.
A mí, me gustaría recuperar algo de aquel corredor, su valentía en etapas plomizas del Tour, sus ataques en Amstel, San Remo o Lieja, su presencia en definitiva, que es un aliciente más en este ciclismo.
Es cierto que a veces fue un poco cargante, pero también hay que admitirle que no entretenía como pocos y lo había delante de gigantes como Van der Poel o Van Aert.
Ojo, a ver quién se mete ahí.
Alaphilippe es sin duda uno de los mejores corredores del último lustro, recuperarle será bueno para el ciclismo y en San Remo, en esta San Remo, demostró que aún queda calidad en este ciclista.
Imagen: FB Milano Sanremo
Julian Alaphilippe
Keys2024 ¿Qué pasa con Alaphilippe?
La figura de Julian Alaphilippe ha quedado en objeto decorativo
La temporada ya empezó en Australia, las cábalas funcionan, todos le damos vuelta a todo, pero nadie habla de Julian Alaphilippe más allá de sus bailes y que fue a ver un partido del Valencia, en diciembre creo.
Sólo hay que ver un poco el documental de Cavendish para ver lo poco que le gusta pagar bien al tito Patrick.
Se vanagloriaba, en el transcurso del Tour 2022, que Mark Cavendish le estaba dando un gran resultado a cambio de un sueldo irrisorio.
El tema del dinero, de los salarios y esas cosas ha sido un tema recurrente en Patrick Lefevere.
No en vano ya lo ha dicho varias veces de Julian Alapilippe, un ciclista sin el cual no podríamos entender la actual estructura del Soudal, un equipo que, ojo, ha perdido auténticos emblemas como Senechal, Cavagna, De Clerq y Jakobsen, ahí es nada.
En el seno del equipo azul sigue Julian Alaphilippe, a quien no conocemos con otros colores que no sean los que llevan Quick Step en alguna parte de la equipación.
Dos años muy malos del francés, no sé si son suficientes para cuestionarnos si algún día volverá a ser quién fue.
Porque la memoria es frágil, y cuando nos acordamos que Peter Sagan fue un poco el maestro en las formas de hacer de la generación actual, omitimos que Julian Alaphilippe también contribuyó a entretenernos a lo grande muchas tardes.
Recordad aquella Amstel que Van der Poel ganó desde atrás, la enloqueció Julian, en estado de dulce, escapado en varias ocasiones y atacando a más treinta de meta para morir en la orilla por su marcaje con Jakob Fuglsang.
Si otras veces, Soudal tenía muchos asideros, esta vez creo que el equipo necesita una versión mejorada del bicampeón del mundo.
El grupo ha perdido talento y ahora estaremos quizá más pendientes de Alaphilippe, cuyos objetivos naturales (Strade, San Remo, quizá Flandes, Lieja, etapas en el Tour y todo eso) ha sido copados por los nuevos nombres.
Y es que casi desde el Mundial de Flandes, de ello hace más de dos años, que no vemos su mejor versión, el perfil de «mosca cojonera» que no se amilana ante los capos actuales y les trata de tú a tú en cualquier terreno, en sus narices, bien sea en Tirreno, en la primera etapa del Tour o el mismo Campeonato del Mundo.
Dos mundiales, más las otras cosas que ha ganado, están muy bien, pero no quiero renunciar a ver al Lou Lou guindilla, a uno de los ciclistas más listos del pelotón, cuyo crédito se acaba cuando «sólo» va cumplir 32 este año.
Julian Alaphilippe
Nadie habla de Alaphilippe ni de lo que Alaphilippe dice
El futuro de Alaphilippe está tan en el aire como el de Soudal
Es increíble lo rápido que ha salido de la escena Julian Alaphilippe, no sé si por el peso y lastre de las lesiones y caídas, si por su mentalización o sencillamente que lo han pasado por los lados, pues cuesta mucho llegar a una carrera en la que se le considere favorito top como hace tan sólo dos años.
Entonces saboreaba las mieles del arcoíris en Flandes, nada menos, tras una victoria sin paliativos con casi todos los cocos en liza, desde Van Aert a Evenepoel, en lo que creo que ha sido su último gran día.
Desde entonces caídas, abandonos, lesiones y un quiero y no puedo, patente en el último Tour, han marcado la trayectoria reciente de Alaphilippe.
Su adquirida invisibilidad se ha hecho patente estos días en los que se rumorea sobre la gran fusión del ciclismo moderno, Jumbo y Soudal.
Todos hablamos de Remco, Roglic, Van Aert y cía, pero casi nadie cita a la otra plana mayor del Soudal, y en especial a Julian Alaphilippe.
En una entrevista que hemos leído, el francés dice cosas muy interesantes sobre su percepción en lo que está ocurriendo.
Consciente que todo son rumores y que veremos qué sucede, Alaphilippe habla de su actual equipo, una estructura histórica del ciclismo que puede echar la persiana.
Comenta que le entristece que sea de esta manera y de forma tan abrupta, y pone en valor lo logrado por los diferentes patrocinadores de Lefevere hasta la actualidad.
Es que nadie ha dominado las clásicas como ellos, pero mucho me temo que al viejo Patrick no le apetece seguir llevando la batuta.
Sobre el futuro de Alaphilippe, todo pende ahora de un hilo, aunque sigue siendo un ciclista interesante si bien el momento en que está sucediendo todo, seguro que le puede implicar un mordisco en una nómina que supongo no será baja.
En todo caso, y llevo algún día pensándolo, ojo la jornada que todo esto se confirme y asistamos al final de una estructura que lo ha sido todo en ciclismo.
Julian Alaphilippe
Alaphilippe siempre es bienvenido
El Dauphiné nos devuelve al Julian Alaphilippe ganador en vísperas del Tour
Hay un ciclista que se transforma como nadie para el Tour y ese es Julian Alaphilippe.
Yo no le veo ganándolo, por mucho que hace cuatro años estuviera ahí, de amarillo, hasta muy al final, sin embargo, que Loulou brille en vísperas de la gran carrera es una buena noticia.
No sé qué futuro le aguarda en el Soudal Quick Step, el monstruo de Remco Evenepoel cada vez deja menos espacio a otros, lo que sí tengo claro es que el Tour sigue siendo de Alaphilippe, aunque parece que poco tiempo, el que queda para que el belga ponga un pie en la «Grande Boucle».
Así las cosas, ha vuelvo a pisar un podio en el Dauphiné, demostrando que en ese flaco cuerpo sigue habiendo un ciclista mayúsculo en todos los registros posibles.
Un corredor que, por ejemplo en el Tour, explota el escenario como nadie, corre contra gigantes, pero como si nada, va con todo y se permite éxitos inolvidables como hace un par de años, de arcoíris.
No elude la batalla, busca las escapadas, firma maillots de la montaña a base de coronar puertos en solitario y siempre acaba ganando una etapa.
A veces incluso hasta cronos, como aquella que logró de amarillo en Pau.
Sucede a veces que, cuando alguien se sabe perseguido por Julian, en un descenso, acaba errando y por los suelos, como aquella bajada, creo que en el Portillon, cuando Adam Yates se fue al suelo porque sabía que le venía Julian, por detrás.
El otro día hablábamos de Pinot en el Giro, sus gestitos, su teatralidad, tan común en estrellas francesas.
Alaphilippe bebe del teatrillo del grimpeur galo en primera persona y perpetúa la especie como Voeckler, Virenque y otros.
En un ciclismo, con cartas muy marcadas, en grandes vueltas en las que los mejores bloquean la acción, como en el Giro, la carrera paralela, la lucha por las etapas, es la salvación.
En ese escenario, Julian Alaphilippe luce siempre, en especial cuando las caídas, percances y averías no forman parte de su paisaje.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
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