Ciclismo antiguo
Los Giros más apretados
En referencia a nuestro último comentario que versaba en torno al recién concluido Giro de Italia 2016 y a la actuación de varios protagonistas entre los cuales se encontraba nuestro representante Alejandro Valverde, que logró clasificarse en el tercer lugar, un hecho que en realidad no se nos olvidará. Otra acción que queremos destacar ha sido la brillante prestación del ciclista colombiano Johan Esteban Chaves (24 años), clasificado segundo en la tabla absoluta, separado por tan sólo cincuenta y dos segundos de desventaja con respecto al italiano oriundo de Sicilia, Vincenzo Nibali, que ha sido el convincente vencedor absoluto. Percatándonos de la escasez de segundos de tiempo que han mediado entre uno y otro, nos ha motivado para entrar en el campo de la estadística y exponer una faceta que de seguro podrá interesar a algunos de nuestros lectores, estos lectores que nos siguen con fidelidad en las páginas de El Cuaderno de Joan Seguidor.
Lo primero que nos llama poderosamente la atención en esta encuesta en la que entran números es que la diferencia en segundos de tiempo más escasa registrada hasta la fecha entre el primero y el segundo clasificado, indagando a lo largo de las noventa y nueve ediciones celebradas del Giro, se localiza concretamente el año 1948. Efectivamente, constatamos que el italiano Fiorenzo Magni se impuso por tan sólo once segundos sobre su compatriota Ezio Cecchi, un ciclista discreto que concurrió en once ocasiones en el Giro, una competición que no le iba del todo mal, amoldándose a su temperamento y su manera propia de correr. Aquel año tuvo el triunfo al alcance de la mano al erigirse líder a pocos días de su conclusión. Poseía en sus alforjas un botín de cinco minutos de ventaja sobre su más inmediato adversario. Esto sucedía en el corazón de las etapas alpinas. Con todo, en la última jornada de montaña, Cortina d´Ampezzo-Trento, tuvo una comprometedora caída, y, además, un importunísimo pinchazo, contratiempos que fueron aprovechados por varios corredores que le atacaron sin piedad, sin contemplaciones, cosa que le arrastró a perder el Giro por un margen a todas luces irrisorio. Fueron once segundos, muy pocos por cierto, pero suficientes para que se le esfumara de las manos tan cotizada competición internacional. Fue un acontecimiento terriblemente amargo que los viejos del lugar aún recuerdan.
La cifra registrada constituye todo un contraste tras haber pedaleado a lo largo de 4.164 kilómetros, repartidos en diecinueve etapas. La participación de corredores no fue muy numerosa. Se alinearon en Milán, punto de partida, setenta y siete concurrentes, para finalizar la prueba al cabo de tres semanas con tan sólo cuarenta y un supervivientes, si es que se les puede llamar así.
En el año 1974, hubo otro Giro que se fraguó con unos pocos segundos de diferencia entre el primero y el segundo. Al belga Eddy Merckx, un tanto de refilón, le bastó acumular una ventaja o cómputo de nada menos doce segundos para proclamarse ganador absoluto de la prueba. El corredor transalpino Gian Battista Baronchelli, un ciclista que prometía cara a su futuro, no pudo redondear lo que de él se esperaba, fue el segundo clasificado. Su estrella, lo afirmamos así de paso, desapareció como por arte de magia. En ciclismo casos así suelen ocurrir con alguna frecuencia. Hay ciclistas que apuntan alto y que luego las esperanzas se esfuman.
Inciso interesante para decir que precisamente el corredor asturiano José Manuel Fuente, oriundo de Limanes, se adjudicó precisamente en aquella edición el Gran Premio de la Montaña, habiendo tenido además el alto honor de vestir incluso la casaca de color de rosa de líder durante el espacio de once jornadas, a partir de su victoria en la tercera etapa que finalizó en Sorrento. En la tabla final logró clasificarse en quinto lugar. Mientras, su otro compatriota, el gallego Vicente López Carril, alcanzó el octavo puesto en la citada clasificación. Se da la triste circunstancia de que estos dos paladines ciclistas españoles fallecieron prematuramente, cuando no hacía mucho que habían dejado el deporte activo de la bicicleta.
Hemos preparado un cuadro esquemático, al que damos luz, con el propósito de divulgar aquí la relación de las catorce ediciones del Giro de Italia en las cuáles los ganadores vencieron, en verdad es, por un escaso margen de tiempo, un tiempo que está por debajo del los sesenta segundos, un dato que según se mire es chocante y que viene como anillo al dedo cuando en el Giro que acaba de vivir y concluir en apoteosis en la ciudad de Turín, ha marcado una diferencia bajo cronómetro de 52 segundos.
Figuran en este marco diversos protagonistas de renombre, encerrados todos ellos en el campo acotado no superior, repetimos, al minuto. Es una relación más bien escueta que nos delata que en ciclismo algunas veces, no muchas, los tiempos señalados por el reloj, los segundos contabilizados, tienen un peso específico muy importante cara al resultado final. Nada puede despreciarse. Sobre todo haciendo hincapié al ciclismo moderno de hoy en donde la forma física, las tácticas, el progreso técnico, la alimentación y otros mil componentes equilibran las posibilidades de éxito entre unos y otros ciclistas. Lo que en otras épocas lo más usual era el contabilizar minutos, sin dejarse sugestionar por unos segundos de más o de menos. Hoy, la fisonomía como se puede aquilatar ha cambiado substancialmente, drásticamente. Los segundos marcados por el cronómetro, repetimos, juegan, aunque no lo parezca, una baza trascendente.
Veamos, pues, el esbozo estadístico que nos ha llevado a redactar el presente texto. Nuestra motivación fue consecuencia directa de lo que acaba de acontecer en este Giro entre el italiano Vincenzo Nibali y el colombiano Johan Esteban Chaves, apretados entre uno y otro en un magnífico duelo ciclista, lleno de emociones hasta la última hora. Con esta baraja de tiempos mínimos la emoción creció paulatinamente como la espuma, y más concretamente en las duras etapas alpinas hasta la conclusión determinante en la ciudad de Turín. Por otra parte, bueno es señalar, el tercer puesto que ha sabido labrar nuestro representante español, Alejandro Valverde, que perdió un minuto con 17 segundos con respecto al ganador absoluto. A estos datos que hemos expuesto diríamos que sobran palabras.
Antecedentes
1948 Fiorenzo Magni (I) Ezio Cecchi (I) 11”
1974 Eddy Merckx (B) Gian B. Baronchelli (I) 12”
1955 Fiorenzo Magni (I) Fausto Coppi (I) 13”
2012 Ryder Hesjedal (C) Joaquín Rodríguez (E) 16”
1957 Gastone Nencini (I) Louison Bobet (F) 19”
1976 Felice Gimondi (I) Johan De Muynck (B) 19”
1960 Jacques Anquetil (F) Gastone Nencini (I) 28”
2005 Paolo Savoldelli (I) Gilberto Simoni (I) 28”
1923 Costante Girardengo (I) Giovanni Brunero (I) 37”
1981 Giovanni Battaglin (I) Tommy Prim (S) 38”
1975 Fausto Bertoglio (I) Francisco Galdós (E) 41”
2011 Michele Scarponi (I) Vincenzo Nibali (I) 46”
1946 Gino Bartali (I) Fausto Coppi (I) 47”
2016 Vincenzo Nibali (I) Johan Esteban Chaves (Co) 52”
Nomenclatura nacionalidad.-
B: Bélgica
C: Canadá
Co: Colombia
E: España
F: Francia
I: Italia
S: Suecia
Por Gerardo Fuster
Ciclismo antiguo
¿Chava o Heras? Yo me quedaba con el segundo
Heras tuvo resultados que no compitieron con el carisma del Chava
La foto de familia que ilustra este artículo es del siglo pasado, y por tanto etiquetada en este mal anillado cuaderno como ciclismo antiguo con, de izquierda a derecha, Joseba Beloki, Roberto Heras, José María Jiménez, el Chava, Abraham Olano y Fernando Escartín.
Ahí hay un poco de todo y de todas las edades, pero en estos apellidos, y algún otro, recayó el peso de la gloriosa época de Miguel Indurain y su larga sombra.
No sé si casualidad, pero en el centro están los protagonistas de esta pequeña fábula.
Roberto Heras y el Chava Jiménez fueron los dos mejores escaladores españoles de finales de los noventa y primeros años del nuevo milenio, que podría haber sido alguno más si no el abulense no nos hubiera dejado de forma tan temprana, hace veinte años casi exactos.
En todo caso, la rivalidad que ambos ciclistas nos ofrecieron aún hoy la recordamos.
Los dos castellanos, uno de Salamanca, de Béjar, el otro de la sierra de Ávila, de El Barraco, dos parajes no muy lejanos geográficamente, que nada tenían que ver con el carácter de cada uno.
El Chava era efervescente, el ídolo, el hombre de la afición.
Estuve en la llegada de Ávila de aquella famosa etapa de VDB en Navalmoral, todos impresionados con el valón, pero lo que arrastraba el Jiménez en su tierra había que verlo en directo.
Roberto Heras no se parecía al Chava, de perfil más retirado, más frío, a veces distante, pero encantador y cercano en las distancias cortas, si se sentía cómodo.
En carretera tuvieron sus buenos piques, aunque nunca disputando una grande.
Cuando mejor estuvo el Chava, en 1998, Heras se debía a Fernando Escartín en el Kelme, y cuando el bejarano ganó la Vuelta, el abulense no estaba delante.
Sin embargo, la afición se decantó por uno u otro, poniendo en la balanza qué era mejor, una personalidad arrolladora o un tipo que salía y ganaba, con más o menos brillo, y eso que Heras fue un escalador brutal.
A mí, resultadista desde que tengo uso de razón, me gustó siempre mucho más el del Kelme, y eso decirlo entonces no resultaba nada popular.
Entre el fervor por el Chava y una prensa que de ciclismo entendía lo justo creo que se construyo una figura excesiva para lo que ciclísticamente fue, aunque siendo justos seguro que a su estela no pocos quisieron probar fortuna en esto llamado ciclismo, un deporte que estaba en la picota en muchos sentidos pero que con esta generación se vivieron días bonitos.
Imagen: Marca
Ciclismo antiguo
Cipollini en 5 esenciales
¿Qué figura ha trascendido más que Mario Cipollini? casi ninguna
Hablábamos el otro día de Francesco Moser, figura eterna, y entre sus gregarios figuró un tal Cesare, de apellido Cipollini, hermano de Mario, el protagonista de esta pequeña historia.
¿Quién no recuerda a Mario Cipollini? es más ¿qué aficionado ciclista no ha escuchado cachondeo con su apellido?
Eso es y eso fue Mario Cipollini, un ciclista que trascendió con mucho el ciclismo y su época, pues aún hoy, en cualquier machar histórica que reúna varias leyendas, ninguna atrae lo que el velocista nacido en Lucca.
Hemos realizado el difícil ejercicio de sacarle cinco puntos para describir al que llamaban el «rey león».
Amor por el Giro
Ciclista de números, auténtico goleador sobre la bicicleta, en especial en el Giro de Italia, donde resultó inaccesible durante muchos años, con 42 triunfos.
Era sin duda su coto, siendo además la única grande que finalizó, hasta en seis ocasiones, vistiendo a veces la maglia ciclamino hasta el final.
Anotador nato
Con más de 160 victorias, es uno de los corredores más prolífico, no sé si el más, que he tenido la suerte de ver.
Su forma de sumar en las volatas era brutal.
Rara era la vez que concurría en una vuelta por etapas y no acababa con dos o más etapas.
La Gante-Wevelgem, su clásica
A diferencia de la actualidad, la clásica de los campos de Flandes que limitan con Francia ha sido su mejor territorio clásico.
Ganador tres veces de esta carrera, destaca que entre la segunda y tercera victoria pasaron casi diez años.
Su último éxito fue en 2002, año mágico, pues venía de ser el mejor en la Milán-San Remo, logró salir vivo del Poggio, y acabaría siendo campeón mundial en el vilipendiado circuito de Zolder.
En el filo de la polémica
Carácter fuerte, fue foco de atención de cámaras y ojos en las carreras.
Sin embargo un par de hechos han perturbado su reputación: dio positivo por EPO en 2004 y años después su nombre aparecería en aquellos famosos papeles donde figuraban ciclistas que se habían dopado durante el Tour 98.
Además pende sobre él un fallo en contra por violencia doméstica.
¿Una victoria? El mundial
Zolder 2002 fue uno de los circuitos más criticados de la historia de los mundiales, una suerte de encefalograma plano en el que buscar la sorpresa fue una quimera.
Entre los que lo intentaron, curiosamente, estuvo Igor Astarloa, y digo curiosamente por que un año después sí que sería campeón del mundo.
En el sprint final, Italia recuperaba el cetro de su carrera fetiche con su mejor baza: Mario Cipollini lograba batir a Mc Ewen y Zabel tras 256 kilómetros corridos a más de 46 por hora.
Imagen: Cycle
Ciclismo antiguo
La primera crono que gana Indurain
Ya han pasado casi 40 años del estreno de Indurain ganando una crono
Ilustro el post de la primera crono que entra en el palmarés de Miguel Indurain con una foto de los Juegos Olímpicos de los Ángeles, aquel mismo año 1984, semanas antes de la carrera que nos ocupa, el Tour del Porvenir.
Nos situábamos en septiembre de aquel año, otoño ciclista y prueba de fuego para los más jóvenes, aquello era el preludio del Tour de la CEE, que con el tiempo se ha convertido en el Tour del Avenir.
Indurain ganaría esa carrera dos años después, pero la aproximación a la misma la haría poco a poco y, como no, empezando por una crono, aunque haciendo justicia al desarrollo de la carrera aquel mocetón de veinte años ya había mostrado maneras en etapas anteriores.
La cosa fue que entre Loudes y Tarbes no hubo milagro y sí la constatación del chaval ese que rodaba como los ángeles.
Indurain afrontaría la crono a bloque desde el inicio, para nada asustando por los 30,5 kilómetros iniciados por un primer repecho.
En meta, diferencias humanas pero premonitorias.
El que más cerca acabó el talentoso Jeff Bernard, ya en La Vie Claire, a unos veinte segundos.
El ciclismo les situaría en el mismo equipo y en el mismo lugar siete años después con el navarro de amarillo.
En aquella clasificación de jovenzuelos había algún nombre conocido.
Charly Mottet, ganador de aquella carrera, y Piotr Ugrumov fueron los más destacados.
Ambos ya conocían a Indurain y cómo se las gastaba en su terreno, la crono, rompiendo con ese perfil de agonista español, bueno en la montaña y nulo en la lucha contra el cronómetro.
La presentación en sociedad del navarro fue eso, rompedora, con las crónicas mostrando sorpresa por ver a un ciclista de este lado de los Pirineos ganando toda una contrarreloj.
Ciclismo antiguo
Francesco Moser en 5 esenciales
Francesco Moser lo hizo casi todo bien
No sé si fruto de la casualidad, si de forma inconsciente, Francesco Moser sigue a Fabian Cancellara en esta galería de grandes de siempre que rueda estos días por este mal anillado cuaderno.
Francesco Moser, no lo vi en directo, pero su áurea seguía intacta en los años que empecé a ver ciclismo, a disfrutar de este deporte.
Un ciclista que, leyendo y releyendo, fue muchas cosas al mismo tiempo, un adelantado, un portento y también un poco tramposo.
Pero vayamos al grano…
La hora más rentable
Cuando Francesco Moser batió el récord de la hora de Eddy Merckx en México no tuvo suficiente.
Lo había dejado en 50 kilómetros altos, pero a los cuatro días quiso más, y firmó más de 51.
La tecnología como aliado
En esa tentativa, Moser torció la historia de este deporte y su propia evolución.
Se coronó con esos registros sobre una bicicleta histórica por sus geometrías y prestaciones rodando en un velódromo especialmente tratado para la ocasión, marcando el camino de los que habrían de venir después, el escocés Obree, Boardman, Indurain y Rominger.
Polivalencia
Su palmarés es rico como pocos, pues ahí entran mundiales de ruta y pista -imaginaros qué tipo de persecucionista podía ser-, un gran vuelta, varios monumentos y muchos triunfos por doquier.
Si el récord de la hora forma parte indisoluble de su recuerdo, no menos lo es ese Giro de 1984 que le gana a Laurent Fignon con toda la «ayuda» del mundo, como si la Italia de Bertoglio, Battaglin y Saronni necesitara también coronar al trentino.
Un «bruto» rodador
Su enemistad con Roger De Valeminck fue mítica en Roubaix, eran dos ciclistas maestros en lo suyo, Moser ganó hasta tres ediciones del tirón -algo inédito desde la Segunda Guerra Mundial- para cabreo del gitano.
Si De Vlaeminck era más sutil sobre el adoquín, el amigo italiano directamente los abordaba por la mitad para volar hacia el velódromo, sin rodeos ni abalorios, directamente chocando contra ellos.
¿Una victoria? Roubaix, año 1978
En la Roubaix del 78, Moser, arco iris a la espalda, arco iris que ganó en Venezuela, se presentó ante “Monsieur Roubaix” como alternativa ganadora a la mejor carrera del año.
El italiano, listo como el hambre, jugó sus bazas sin esperar instrucciones del gran jefe.
Realizó dos ataques, primero a 23 de meta y luego a 18 para romper la resistencia de Maertens y Raas, mientras el influjo de De Vlaeminck se hacía notar.
Moser llegó solo al velódromo y De Vlaeminck echaba fuego.
“Este tipo es un desagradecido” dijo el belga.
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Gerard
4 de junio, 2016 En 13:25
Exhaustiva investigación del comentarista Fuster sobre las 14 ediciones del Giro que lograron una más ajustada diferencia entre el primer y el segundo clasificado. Destaca el autor los años 48 y 74 del siglo pasado. Nos lleva a reflexionar que la dureza de esta vuelta legendaria da pocas posibilidades en porcentajes a diferencias tan mínimas.